Incentivos Hospitalarios Durante el COVID: ¿Salud o Negocio?

Por la redacción de TIVA TV

Colaboración de Olga Ocasio

En los últimos meses, el abogado estadounidense Tom Renz ha levantado una controversia que los grandes medios prefieren evitar. En una audiencia ante el Senado Estatal de Pensilvania, Renz denunció lo que llamó un “esquema de asesinato por dinero” en hospitales durante la pandemia de COVID-19. Según sus declaraciones, los hospitales recibieron múltiples incentivos financieros vinculados no solo al diagnóstico, sino también a los tratamientos aplicados y hasta al resultado final de los pacientes.

Los Incentivos Denunciados

De acuerdo con Renz, el sistema de pagos de Medicare y Medicaid otorgaba compensaciones adicionales a los hospitales por:

• Admitir pacientes bajo diagnóstico de COVID-19.

• Administrar medicamentos como remdesivir, a pesar de sus efectos adversos conocidos.

• Conectar pacientes a ventiladores mecánicos, donde las tasas de mortalidad alcanzaron hasta el 90% en algunos centros, según datos citados de Texas.

• E incluso, recibir pagos cuando un paciente fallecía bajo protocolos relacionados al virus.

Esta estructura, argumenta el abogado, creó un perverso incentivo económico que ponía más valor en la facturación que en la vida humana.

La Narrativa de la Mortalidad

Un punto clave en las denuncias de Renz es que las altas tasas de mortalidad no fueron un simple resultado trágico, sino también una herramienta funcional. Al registrar cifras elevadas de fallecimientos en hospitales, se reforzó la narrativa oficial de que el COVID-19 era una amenaza incontrolable, justificando medidas extremas y una dependencia absoluta de los protocolos dictados desde arriba.

En otras palabras, la propia magnitud de la tragedia sirvió para validar la historia que se elaboró en torno a la pandemia, mientras se acallaban voces que pedían enfoques alternativos de tratamiento.

El Silencio de los Medios

Las denuncias de Renz apenas encuentran eco en los medios tradicionales. Parte de la explicación, según analistas, es la dependencia económica de los grandes canales de comunicación respecto a las farmacéuticas, quienes figuran entre sus principales anunciantes. Hablar de estos temas podría poner en riesgo contratos millonarios de publicidad.

Además, plataformas como YouTube han eliminado audiencias oficiales y testimonios bajo la etiqueta de “desinformación”, aún cuando eran presentaciones juradas en recintos legislativos. Esto ha generado la percepción de que existe una censura sistemática para proteger una narrativa única sobre la pandemia.

¿Negocio o Salud Pública?

Las preguntas que surgen son incómodas pero necesarias:

• ¿Debió el gobierno atar incentivos financieros a protocolos médicos específicos en una emergencia sanitaria?

• ¿Se utilizó la mortalidad como argumento para sostener un relato ya diseñado de antemano?

• ¿Cómo puede recuperarse la confianza en un sistema de salud que, para muchos, priorizó ingresos por encima de la vida?

Reflexión Final

Lo denunciado por Tom Renz abre un debate mayor: ¿qué ocurre cuando la salud se convierte en un modelo de negocios más? En TIVA TV creemos que la discusión no debe silenciarse ni en los medios ni en las plataformas digitales. La transparencia y la rendición de cuentas son esenciales para evitar que, en futuras emergencias, la vida de los ciudadanos quede subordinada al dinero y a narrativas prefabricadas.