Recientemente, el presidente Donald Trump calificó al Departamento de Educación de Estados Unidos como una «gran estafa» y expresó su deseo de cerrarlo de inmediato. Argumentó que, aunque Estados Unidos ocupa el primer lugar en gasto por estudiante, se sitúa en el puesto 40 en términos de rendimiento educativo a nivel mundial.
Esta crítica pone de relieve una problemática evidente: la inversión en educación no siempre se traduce en una mejora en la calidad educativa. A pesar de las cuantiosas sumas destinadas al sector, los resultados académicos no reflejan una correspondencia directa con el gasto.
En Puerto Rico, la situación es aún más preocupante. Aunque el presupuesto del Departamento de Educación para el año fiscal actual es de $5.9 mil millones, lo que equivale a $24,457 por estudiante, solo la mitad de esos fondos se invierte directamente en el estudiante. El resto se queda en niveles administrativos centrales, lo que indica una ineficiencia en la distribución de los recursos.
Además, Puerto Rico depende en gran medida de fondos federales para su sistema educativo, con más del 35% de su presupuesto proveniente de estas fuentes, en comparación con un promedio del 9% en los estados de EE. UU. Esta dependencia, sumada a una gestión centralizada y burocrática, ha llevado a una erosión de la confianza en el sistema educativo de la isla.
Es evidente que el sistema educativo, tanto a nivel federal como en Puerto Rico, requiere una reforma profunda. Es imperativo que los fondos se utilicen de manera más efectiva, asegurando que lleguen directamente al aula y beneficien al estudiante. Esto implica una descentralización de la gestión educativa, otorgando mayor autonomía a las escuelas y promoviendo una cultura de rendición de cuentas y transparencia en el uso de los recursos.
Solo a través de una reestructuración integral y una administración eficiente de los fondos podremos garantizar una educación de calidad que verdaderamente beneficie a nuestros estudiantes y prepare a las futuras generaciones para los desafíos venideros.