En lo que para muchos parece ser un intento desesperado de obtener publicidad positiva, algunos manufactureros de vacunas han comenzado una nueva campaña a través de las redes sociales, en la cual se le atribuye a la vacuna contra la culebrilla (herpes zóster) la capacidad de reducir el riesgo de demencia.
Según esta narrativa, estudios recientes habrían demostrado una reducción en la incidencia de demencia entre personas vacunadas con Shingrix, promoviendo la idea de que la vacuna ofrece beneficios más allá de su propósito original. Sin embargo, al examinar más de cerca la evidencia, los resultados no son tan concluyentes como se presentan en las campañas.
📊 ¿Qué dicen los estudios?
Un estudio observacional (quiere decir acomodaticio) publicado en el Reino Unido encontró una asociación entre la vacuna contra la culebrilla y una reducción leve en el riesgo de demencia, particularmente en adultos mayores. Sin embargo, es importante destacar lo siguiente:
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Es un estudio observacional, no un ensayo clínico controlado. Esto significa que no puede establecer causalidad directa.
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Factores como el estilo de vida, el acceso a servicios médicos o el nivel socioeconómico pueden haber influido en los resultados.
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Los autores mismos advierten que la relación podría no ser directa, y que se necesitan más investigaciones para confirmar cualquier beneficio neurológico de la vacuna.
Definitivamente, ante lo que muchos consideran el comienzo de una etapa de desprotección para las farmacéuticas bajo la presidencia de Trump, estas compañías parecen haber activado sus agencias publicitarias en una serie de campañas como esta. La narrativa se centra en reforzar la imagen de las vacunas como soluciones milagrosas, justo en un momento en que enfrentan mayor escrutinio y pérdida de confianza.
Sin embargo, la respuesta del público en Estados Unidos ha sido en gran parte de rechazo. En redes sociales han comenzado a circular memes que se burlan de la campaña, comparándola con estrategias de mercadeo agresivo más que con ciencia médica.