Lo delicado de estar sin servicio eléctrico…

No es sólo la incomodidad, si fuera eso sería lo de menos. Tampoco es que en este siglo ya esto no debería ocurrir en PR, que es inaceptable, pues bien sabemos que el dinero de la AEE por décadas se aseguró cumpliera con los sueldos y bonificaciones a empleados, pero no a dar mantenimiento al sistema, que al presente se mantiene en la cuerda floja. Mucho menos la quiebra en la que se encuentra y que no acaban de resolver.

Se trata de los ciudadanos. Para quienes tres días podrían ser insoportables, una diferencia crítica o fatal…

Se trata de los más vulnerables que dependen de equipo eléctrico para mantenerse con vida o mejorar su condición de salud.

Se trata de las personas de la tercera edad que no poseen un sistema de apoyo y se exponen a accidentes por falta de suficiente iluminación, por dejar velas prendidas, etc.

Se trata de los padres y madres que verán perdida la compra para sus hijos y que posiblemente no tengan como reponer los abastos.

Se trata de quienes toman sus terapias de salud mental a distancia o tenían citas médicas y se quedan sin la posibilidad de recibirla, con el impacto que la interrupción y falta de servicios conlleva.

Se trata de los pequeños y medianos comerciantes que no pueden operar sus negocios a capacidad porque las facilidades no cuentan con planta eléctrica o el costo de hacerlo supera las ganancias, pues los clientes no llegan en igual medida, no todos los empleados se presentan por complicaciones y es un efecto dominó. Acabando de pagar las contribuciones…

Esto por mencionar algunas situaciones reales. Y aunque no todos padecemos de PTSD, para un número significativo de personas este apagón les lleva de vuelta al tiempo tras el paso de María, sobre todo en el área Este de Puerto Rico dónde vivo. La manera en que llenan los garajes, los supermercados y esa incertidumbre, desasociego y temor reflejada en su rostro, así lo hace notar.

A eso le añades que no todos tenemos planta eléctrica, placas solares o medios alternos para mantener los servicios esenciales.

Y claro está, las plantas de tratamiento de aguas y de distribución dejan de funcionar si el servicio eléctrico se interrumpe por largo tiempo incrementando la crítica situación por la falta de agua potable.

¿Por qué referir todo esto? Para recordar que dónde tenemos que centrar la atención es en los ciudadanos y entender cómo la falta de diligencia tiene repercusiones, en momentos dados, irreparables. El sentido de urgencia no es por quedar bien, sino por servir y hacer aquello para lo cuál fueron contratados de manera efectiva, responsiva e inmediata.

Ya el Director de Energía Federal indicó que agilizaría todos los permisos para la restauración de nuestro sistema eléctrico. En cuánto al mantenimiento de las líneas y la vegetación, más que el monitoreo por aire el sentido común dicta cada cuánto tiempo procese cortar ramas de árboles, etc. Esto sí recuerdo en los años 80 que lo hacían los empleados de la AEE sistemáticamente, no solo cuándo venían huracanes.

¿Qué podemos hacer?

Informar al Departamento de Energía cómo te ha afectado directamente ésta situación, para que el director tenga un panorama claro y específico al respecto.

Solicitar una investigación sobre la ejecución de LUMA y FEMA a 7 años y medio del huracán María.

Considerar si federalizar el sistema eléctrico es una opción para que se atienda con urgencia y PR sea un territorio con energía estable, abriendo la posibilidad de fortalecer la seguridad nacional mediante la industria. Sin un sistema confiable de energía, la economía no avanza.

Ada Norah Henriquez 4/17/25