La gobernadora Jenniffer González mantiene firme su respaldo a Víctor Ramos y solicita al Senado que lleve a cabo las vistas para evaluar su nominación como secretario de Salud. Sin embargo, muchos analistas, incluidos miembros de su propio partido, consideran que esta insistencia responde a un compromiso personal con el nominado. Por ello, prefieren que sea el Senado quien asuma la responsabilidad final de su confirmación o rechazo.
Algunos sostienen que este nombramiento es, en realidad, una estrategia para prolongar la presencia de Víctor Ramos al frente del Departamento de Salud. Esto le permitiría manejar ciertos asuntos internos que podrían generar complicaciones en futuras investigaciones. La polémica se intensifica debido a que el nominado no se distingue por méritos profesionales ampliamente reconocidos, sino por sus constantes controversias, incluso entre sus propios colegas.
Paradójicamente, esta situación se da en el contexto de un Departamento de Salud con un historial marcado por escándalos. A lo largo de sus más de 100 años de existencia, la agencia ha estado envuelta en casos de corrupción, negligencia, abusos y violaciones de derechos. Ejemplo de ello son las esterilizaciones involuntarias practicadas a mujeres, la promoción de productos farmacéuticos con intereses cuestionables y las iniciativas impulsadas junto a la Organización Mundial de la Salud para sustituir la leche materna por fórmulas comerciales, beneficiando así a grandes corporaciones en detrimento de la salud infantil.
Ante este panorama, algunos profesionales de la salud han manifestado su frustración por la creciente politización de la agencia. Cuestionan si la designación de Víctor Ramos responde realmente a los principios y objetivos que deberían regir el Departamento de Salud o si, por el contrario, perpetúa una tradición de decisiones motivadas por intereses ajenos al bienestar del pueblo.