El Departamento de Salud de Puerto Rico: Un Siglo de Abusos, Corrupción y Negligencia
El Departamento de Salud de Puerto Rico, fundado en 1912, nació con la promesa de garantizar la salud pública y mejorar las condiciones sanitarias de la isla. Sin embargo, a lo largo de su historia, esta institución ha servido más como un instrumento de abuso, corrupción y experimentación inhumana que como un verdadero garante del bienestar del pueblo puertorriqueño. Desde los experimentos sin consentimiento hasta el fraude en el manejo de fondos públicos, la realidad ha demostrado que la salud en Puerto Rico ha sido un negocio antes que un derecho.
1. Experimentación Humana: Mujeres como conejillos de indias
Uno de los capítulos más oscuros en la historia del Departamento de Salud es el uso de mujeres puertorriqueñas como sujetos de prueba para experimentos médicos sin su consentimiento.
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Las pruebas de anticonceptivos en Puerto Rico (1950-1956):
En la década de 1950, farmacéuticas estadounidenses probaron la primera píldora anticonceptiva en mujeres puertorriqueñas sin informarles de los posibles efectos secundarios. Muchas sufrieron coágulos, embolias y otras complicaciones graves, y algunas murieron, sin que se les dijera que estaban participando en un experimento. -
El escándalo de la Talidomida:
En los años 50 y 60, este fármaco fue distribuido en Puerto Rico sin control adecuado, promovido como un remedio para las náuseas en el embarazo. El resultado fue una ola de bebés nacidos con malformaciones severas, una tragedia que el Departamento de Salud permitió por su negligencia y servilismo a la industria farmacéutica.
2. La Gran Fábrica de Esterilización
Desde los años 1930 hasta los 1970, Puerto Rico fue el epicentro de un agresivo programa de esterilización forzada promovido por el gobierno de EE.UU. y ejecutado por el Departamento de Salud.
- Una de cada tres mujeres en edad reproductiva en Puerto Rico fue esterilizada, muchas veces sin su conocimiento ni consentimiento.
- A mujeres que daban a luz en hospitales públicos se les ofrecía la operación sin explicar que era irreversible. Muchas creyeron que se trataba de un procedimiento temporal.
- El Departamento de Salud justificó esta práctica como un «control de natalidad voluntario», pero documentos históricos revelan que era una estrategia de reducción poblacional impuesta desde EE.UU..
3. Corrupción y Fraude: El Negocio de la Salud Pública
A lo largo de los años, el Departamento de Salud ha sido un foco de corrupción y malversación de fondos públicos, robándole recursos a quienes más los necesitan.
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El Instituto del SIDA (década de 1990):
Se reveló un fraude de $2.2 millones en fondos federales destinados a pacientes con VIH/SIDA. El Dr. Yamil Kourí, director de la entidad encargada, fue condenado por conspiración, lavado de dinero y fraude. -
Fraude en Clínicas de Infusión para VIH (2008):
Clínicas que recibían fondos de Medicare para atender a pacientes con VIH presentaban facturas falsas por servicios no prestados. La administradora de una de estas clínicas fue sentenciada a 70 meses de prisión. -
Corrupción en la Administración de Servicios de Salud (2020):
Durante la pandemia, funcionarios adjudicaron contratos irregulares en la compra de equipos médicos, vacunas y pruebas de COVID-19. Una vez más, la prioridad fue el negocio, no la salud pública.
4. La Pandemia del COVID-19: Un Reflejo de la Historia
La crisis sanitaria del COVID-19 expuso nuevamente el carácter oportunista y corrupto del Departamento de Salud.
- Contratos inflados para la compra de pruebas rápidas defectuosas.
- Violaciones a los derechos del paciente..
- Manipulación de datos para justificar la privacion de la libertad.
- Negación de los efectos adversos de las vacunas, incluso cuando estos han sido confirmados por sus propios manufactureros.
Conclusión: La Salud como un Botín de Guerra
Hoy, el Departamento de Salud sigue bajo el control de individuos con dudosas intenciones. Un secretario plagado de acusaciones de corrupción dirige la agencia, mientras que la Dra. Cardona, segunda en mando, protege descaradamente los intereses de la industria farmacéutica, mintiendo y negando información pública sobre los efectos adversos de la vacuna del COVID-19.
Permitir que estos funcionarios manejen el Departamento de Salud es peor que dejar cabros velando las lechugas. Es una provocación a la inteligencia del pueblo puertorriqueño, un insulto a quienes han sufrido por décadas de negligencia, explotación y experimentación inhumana.
Es hora de terminar con el negocio del Departamento de Salud. Es hora de acabar con el financiamiento de individuos que se lucran del sufrimiento y la necesidad del pueblo, que llegan como piratas a reclamar un botín, sin escrúpulos y sin vergüenza. La salud no puede seguir siendo un negocio de corrupción y abuso. Es momento de recuperar lo que por derecho le pertenece al pueblo puertorriqueño: un sistema de salud transparente, honesto y verdaderamente dedicado a su bienestar.