Argentina sigue el ejemplo de Estados Unidos y abandona la ONU y la OMS
En una decisión histórica y sin precedentes en América Latina, Argentina ha anunciado su retiro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), siguiendo el ejemplo de Estados Unidos. Esta medida, impulsada por el presidente Javier Milei, responde principalmente a la falta de credibilidad de la OMS, además de la creciente burocracia e injerencia de la ONU en la soberanía de las naciones.
El presidente Milei dejó claro que Argentina no puede seguir formando parte de organismos internacionales que, en lugar de garantizar la paz y la cooperación global, se han convertido en plataformas para promover agendas políticas y económicas al servicio de intereses particulares. «La OMS ha perdido toda credibilidad. Sus decisiones han demostrado estar más alineadas con los intereses de corporaciones y grupos de poder que con la verdadera salud de los pueblos», afirmó el mandatario en su declaración oficial.
Desde la pandemia, la OMS ha sido señalada por múltiples gobiernos y expertos de haber manejado la crisis sanitaria de forma politizada, favoreciendo medidas arbitrarias que impactaron gravemente las economías y libertades de los ciudadanos. Argentina considera que la OMS no es más que una estructura burocrática sin legitimidad democrática que ha intentado ejercer control sobre los países con decisiones que responden más a intereses económicos que a la evidencia científica.
El retiro de Argentina de estos organismos marca un punto de inflexión en su política exterior, alineándose con la reciente decisión de Estados Unidos de abandonar la ONU y sus agencias. En Washington, se justificó la salida argumentando la falta de transparencia, la manipulación de políticas globales y la ineficiencia en el uso de recursos.
Esta determinación tendrá repercusiones en las relaciones internacionales de Argentina, pero el gobierno asegura que continuará fortaleciendo lazos con aliados estratégicos a través de acuerdos bilaterales y multilaterales que respeten la soberanía nacional.
En conclusión, esperamos que otros países sigan este ejemplo, demostrando que una organización no electa no puede aprovechar circunstancias globales para intentar gobernar el mundo por decretos basados en intereses particulares y económicos. Este movimiento representa un golpe al globalismo y una reafirmación de que los pueblos deben gobernarse a sí mismos sin la imposición de organismos que no rinden cuentas ante los ciudadanos.